El
ingreso del niño al nido, es una etapa de gran desafío emocional para él y sus
padres, porque implica enfrentarse a lo nuevo y adaptarse a una experiencia
diferente.
Significa
separarse de su familia que le proporciona seguridad y protección, para integrarse
a un ambiente desconocido, donde hay una maestra y compañeros, a los que jamás ha
visto, con normas y rutinas distintas.
Este
proceso puede causar ansiedad en el niño, pero es necesario recordar que el
papel de la familia y de la institución educativa es crucial para que el pequeño
pueda asimilar los cambios sin mayores complicaciones y de esa manera sentar
las bases para que sean personas seguras e independientes.
Uno
de los beneficios del ingreso al nido es facilitar la socialización, el niño
aprenderá a convivir en un grupo, descubrir el principio de la amistad en
base a su afinidad para el juego, intentar tolerar los turnos, compartir, trabajar en equipo, comprender cuáles son los límites, conocer
sobre el significado de cooperar y desarrollar la empatía. Es
importante que los padres acompañen y permanezcan atentos en este proceso; si
observan conductas que interfiera en su socialización, podrían hacer una
consulta profesional para aclarar las
dudas y reciban la orientación adecuada.