lunes, 22 de agosto de 2016

¿Realmente no hay tiempo?

Cada vez escuchamos las expresiones “¡No me alcanza el tiempo para todo lo que tengo que hacer con mis hijos….!”, no tengo tiempo para apoyarlo en sus tareas… ”no hay un momento para estar relajados, para jugar…”, “todo el tiempo tengo que supervisar las actividades programadas (horarios de escuela, talleres a los que asisten los niños en las tardes, etc.).
Nos preguntamos cómo era la vida hace algunas décadas. Si pensamos en  hace cuarenta años, pocas mamás trabajaban y estaban en sus casas atendiendo a los hijos. Hace veinte años el asunto empezó a cambiar: la mayoría de las mamás ya salían a trabajar fuera de casa y los psicólogos que nos dedicábamos a los niños nos hacíamos preguntas como  ¿qué pasaría con los niños dentro de la nueva estructura familiar".

Actualmente no sólo por el trabajo, sino por las múltiples ocupaciones que las personas hemos venido asumiendo, el tiempo no nos alcanza.
Pensando en ello vemos, que hay mayor exigencia y demanda en el campo laboral, continuamente los padres deben estar perfeccionándose y para hacerlo sacrifican el tiempo en familia.
Por otro lado muchas veces no sabemos priorizar y no decimos NO puedo ante una demanda, sentimos que todo lo podemos hacer, pero eso tiene un costo.
Hoy en día los niños asisten, en su mayoría, a talleres extracurriculares (deporte, música, danza, artes marciales, dibujo, pintura etc.), que pueden ser en el mismo colegio o en lugares especializados. Si bien es bueno ofrecerle al niño diversas oportunidades de expresión, también en muchos casos resulta siendo una sobre exigencia, pues no se le deja tiempo libre para descansar, elegir qué hacer, compartir con la familia.
Efectivamente debe haber un cambio, pues los niños necesitan de sus padres, no es cierto que sólo necesiten calidad  de tiempo y por eso con unos veinte minutos de buena sintonía con el niño es suficiente, porque están plenamente dedicados a él.
Los niños necesitan también cantidad de tiempo, vale decir presencia de sus papás, sentirlos cerca compartiendo algún juego u otra actividad, así como que cada uno estén  realizando algo propio, pero sabiendo que los papás están ahí para lo que necesitan.
Dejamos a la creatividad de cada familia el encontrar esos espacios de un rico compartir y no  dejarse atrapar  en la carrera en la que estamos inmersos de atender lo urgente, dejando quizás de lado lo que es más importante.

Carmen Fernández G. 
Psicóloga-Psicoterapeuta