sábado, 24 de mayo de 2014

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos en el proceso de socialización?

La experiencia en el trabajo educativo y clínico nos permite analizar que el hacer amistades toma tiempo y el formar parte de un grupo no siempre es fácil, resulta ser un proceso complejo que involucra las habilidades sociales y esto empieza desde que los niños son pequeños. 

Vemos que cuando tienen un año buscan gatear o caminar hacia alguien y pueden señalar cuando se les pregunta por algo; a los dos años aproximadamente, los niños van intercambiando sonrisas entre ellos y  por momentos, dan y se quitan los juguetes. Mientras que a los tres años, les gusta jugar, imitar y la interacción crece porque aprenden el lenguaje del otro, van interiorizando los límites y reconociendo su propio territorio. Entre los cuatro y cinco años van interactuando los niños con juegos agresivos como el empujarse, tirarse al suelo, en cambio las niñas juegan más a la familia, a la casa, son sensibles, se resienten entre ellas. A los seis años, los amigos y el grupo cobran mayor importancia, pero a medida que siguen creciendo y se hacen púberes, adolescentes, la presión social, el temor a la exclusión son tan fuertes que a veces el niño puede ir en contra de las pautas que los padres han dispuesto.
El rol de los padres es fundamental para que los niños puedan desarrollar habilidades sociales;  a continuación les damos algunas recomendaciones:
  • Ser padres que expresen su cariño, a través de besos, abrazos, enseñándoles mostrar su afecto a los otros miembros de la familia.
  • Lograr que los hijos se sientan queridos y seguros, siendo básico para la competencia social.
  • Ayudar a que expresen lo que sienten, poniendo nombre a sus sentimientos.
  • Proporcionar espacios donde puedan interactuar con otros niños, como por ejemplo,  llevándolos al parque a jugar con otros niños de su edad, invitando a compañeritos a casa incentivando que pueda compartir sus juguetes.
  • Procurar que participen de las actividades sociales, como fiestas, reuniones en casa con los amigos, etc.
  • Intentar supervisar las relaciones con otros niños, es decir cuando tienen dificultades con sus pares, los padres pueden escuchar, no intervenir directamente, hacerles pensar y dar sugerencias para que puedan aprender a resolver el problema.
  • Mantener contacto y comunicación con los padres de los amigos, esto ayuda a formar una red saludable de sostenimiento entre los padres y para los hijos.
Ivonne  Santiváñez P.
Psicóloga-Psicoterapeuta
Miembro del Equipo Directivo