La experiencia en el trabajo
educativo y clínico nos permite analizar que el hacer amistades toma tiempo y el formar parte de un grupo no
siempre es fácil, resulta ser un proceso
complejo que involucra las habilidades sociales y esto empieza desde que los
niños son pequeños.
Vemos que cuando tienen un año
buscan gatear o caminar hacia alguien y pueden señalar cuando se les pregunta
por algo; a los dos años aproximadamente, los niños van intercambiando sonrisas
entre ellos y por momentos, dan y se
quitan los juguetes. Mientras que a los tres años, les gusta jugar, imitar y la
interacción crece porque aprenden el lenguaje del otro, van interiorizando los
límites y reconociendo su propio territorio. Entre los cuatro y cinco años van
interactuando los niños con juegos agresivos como el empujarse, tirarse al
suelo, en cambio las niñas juegan más a
la familia, a la casa, son sensibles, se resienten entre ellas. A los
seis años, los amigos y el grupo cobran mayor importancia,
pero a medida que siguen creciendo y se hacen púberes, adolescentes, la
presión social, el temor a la exclusión son tan fuertes que a veces el niño
puede ir en contra de las pautas que los padres han dispuesto.
El rol de los padres es
fundamental para que los niños puedan desarrollar habilidades sociales; a continuación les damos algunas
recomendaciones:
- Ser padres que expresen su cariño, a través de besos, abrazos, enseñándoles mostrar su afecto a los otros miembros de la familia.
- Lograr que los hijos se sientan queridos y seguros, siendo básico para la competencia social.
- Ayudar a que expresen lo que sienten, poniendo nombre a sus sentimientos.
- Proporcionar espacios donde puedan interactuar con otros niños, como por ejemplo, llevándolos al parque a jugar con otros niños de su edad, invitando a compañeritos a casa incentivando que pueda compartir sus juguetes.
- Procurar que participen de las actividades sociales, como fiestas, reuniones en casa con los amigos, etc.
- Intentar supervisar las relaciones con otros niños, es decir cuando tienen dificultades con sus pares, los padres pueden escuchar, no intervenir directamente, hacerles pensar y dar sugerencias para que puedan aprender a resolver el problema.
- Mantener contacto y comunicación con los padres de los amigos, esto ayuda a formar una red saludable de sostenimiento entre los padres y para los hijos.
Ivonne Santiváñez P.
Psicóloga-Psicoterapeuta
Miembro del Equipo Directivo