Es necesario considerar que frente a una conducta agresiva hay diversidad de motivos y algunas pueden estar relacionadas con la frustración. Entonces pensemos en ese niño pequeño que está aprendiendo ir al nido, dejando a mamá, puede sentirse molesto y dejado de lado; o aquel que con tantas cosas que va aprendiendo, siente que el amiguito avanza más rápido y él no, se puede molestar y empujar. También podría estar asumiendo esa actitud cuando el niño tiene miedo a algo y no sabe cómo manejarlo; o simplemente se siente cansado o necesita algo, que no sabe cómo verbalizarlo.
Asimismo, debemos considerar que las conductas agresivas de los niños pueden aprenderse por observación e imitación de modelos más cercanos como son los padres. Si respira un ambiente familiar tranquilo se relacionará con el otro de la misma manera, pero si siente hostilidad y violencia, probablemente seguirá el modelo de comportamiento.
¿Qué hacer?
- Mantener la calma, aunque puedas estar enojado con su actitud, procura controlarte, no grites, ni le pegues, no verbalices cosas que lo dañen.
- Investigar el motivo, cuando este calmado el niño, conversar de lo sucedido, indagando la razón de su comportamiento.
- Poner límites, el niño necesita saber enseguida que hizo algo malo o inadecuado y con palabra firme y sin gritar decir: ¡basta ya!, ¡no hagas eso!
- Señalar la consecuencia, frente a una conducta no aceptada, se perderá de alguna diversión.
- Enséñale a pedir disculpas y plantea que haga algo por el niño agredido a modo de reparar.
- Ambos padres deben ser constantes y usar la misma manera de manejar la situación.
- Consulta con especialista: Si percibes que su comportamiento es frecuente y que puede estar dañando y asustando a los otros, sin poder manejarlo.
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