¿Se imaginan una sociedad en la
que los niños menores no tuvieran límites?
Probablemente habrá personas que
pueden pensar que eso sería favorable para los pequeños, pues tendrían amplia
libertad para explorar, investigar el mundo que los rodea y no tendrían que
regirse a normas o reglas impuestas por los adultos. Crecerían “felices”, pues
no habría un NO que los limitaría.
Lamentablemente tenemos que decirles que ello es una utopía, pues un niño que no cuenta con lineamientos claros que lo ayuden a ir acomodando su conducta frente a las diferentes situaciones que se le van presentando, es un niño que se angustia, se desorienta, pues no cuenta con una referencia externa que le indique cómo debe actuar, estaría siendo gobernado por lo que sus impulsos y sentimientos le demanden, sin tener en cuenta a las demás personas y a su entorno en general.
Los límites forman parte de lo que conocemos por disciplina,
entendida ésta como un elemento importante en la formación de los niños. Es un
medio que nos permite conducirlos hacia el logro del control de sus impulsos y
la aceptación de las demandas del
ambiente, conciliando sus necesidades con las de los demás.
Por ello queridos padres no se angustien cuando deben decir
NO a su pequeño, él debe aprender a enfrentar pequeñas frustraciones que le permitan entender que no siempre se le
puede dar gusto en todo y de esta manera sabrá enfrentar futuras frustraciones.
El límite estructura, la organización externa permite al niño ir interiorizando
un orden que lo organiza
internamente.
Nos lamentamos cuando decimos que nuestro hijo es un tirano, que demanda siempre y si no se le da lo que pide hace una tremenda rabieta, pataleta y no nos damos cuenta que en nuestro deseo de engreírlo satisfaciendo sus caprichos vamos reforzando el sentimiento de que él puede obtener todo lo que quiere.
Si deseamos que nuestros pequeños se sientan bien consigo mismos, ayudémoslos a que cada vez sean mejores personitas, que puedan explorar el mundo y satisfacer su curiosidad aceptando que siempre hay un límite, el cual es puesto no por capricho sino por cuidar su seguridad y el bienestar de las personas que lo rodean.
De adulto será alguien
responsable consigo mismo, que respeta a las demás personas y al ambiente que
lo rodea.
Escrito por Carmen Fernández G.(Psicóloga - Psicoterapeuta) para el portal de la Revista Padres de Hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario