Desde hace varios años escuchamos, con gran frecuencia hablar sobre Inteligencia Emocional y la importancia del mundo de las emociones, los sentimientos, en el desarrollo de los niños, jóvenes y en la vida de los adultos.
Vemos con alegría y entusiasmo cómo desde las escuelas comienza a darse una mirada diferente al mundo de los sentimientos, tanto así, que se desarrollan programas para favorecer en los alumnos, desde el inicio de la etapa escolar, el desarrollo de valores, de la autoestima, de sentimientos positivos, habilidades sociales, todo ello dentro de un marco que pone su acento en la persona y sus vínculos con el entorno.
La Inteligencia Emocional es la que nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones que enfrentamos en la vida cotidiana, en los diferentes ámbitos en los que nos desenvolvemos: familia, escuela, trabajo etc. Acentúa nuestra capacidad de trabajar en equipo y el asumir una actitud empática y social que nos brindará más posibilidades de desarrollo personal ( Daniel Goleman).
En nuestra sociedad actual, en la que vivimos presionados por el trabajo, la productividad, encontramos pocos espacios para compartir con nuestros hijos emociones, sentimientos, formas saludables de expresarlos y comunicarnos, por ello pensamos que crear espacios que nos lleven a entrar en ese mundo emocional tan rico es importante y fundamental.
Centrando nuestra atención en los pequeños, vemos que entre los tres y los siete años, empiezan a evidenciarse un aumento de la capacidad para reconocer emociones y hablar de ellas, habilidades sociales muy importantes, como el autocontrol, la capacidad de detenerse y de calmarse cuando se está enfadado.
El reto al que nos enfrentamos es al de desarrollar un Yo sano, maduro emocionalmente y capaz de establecer relaciones empáticas con su entorno.
Trabajemos para encontrar un equilibrio entre el corazón (emociones) y la mente (cognición).
No hay comentarios:
Publicar un comentario