¿Cuándo, cómo, cuánto tiempo, por qué? Son preguntas
frecuentes.
Momentos
difíciles, problemas que se presentan de un momento a otro o en forma
permanente, muchas veces podemos manejarlos nosotros mismos con algún apoyo de
la familia o amigos, pero hay crisis personales, familiares o con el entorno
social que a veces sentimos que gastamos mucha energía y tenemos la sensación
de “se me perdió la brújula” o “que estamos paralizados o sentimos que nos
estamos hundiendo y no tenemos fuerzas para salir por nosotros mismos,
terminamos agotados emocionalmente”.
En estas situaciones encontramos personas que dicen “yo solita puedo salir” y a
veces sí funciona, pero generalmente cuando la situación
es muy agobiante uno se va estresando o deprimiendo cada vez más. Mientras que
hay otras que tienen una actitud más saludable y valiente y acuden por ayuda.
Cuando más pronto uno es atendido, más rápido podrá salir adelante porque todo
momento de crisis puede convertirse en una oportunidad de cambio, de darle un
giro a nuestra vida o a la percepción que tenemos de ella y de crecer
emocionalmente.
¿Cómo? En niños la evaluación y el apoyo se da a
través del juego que es el lenguaje de ellos. En el proceso expresan sus temores, dramatizan o repiten
situaciones que no han podido manejar, que los agobia y preocupa, generándoles
ansiedad.
En adultos los instrumentos son las entrevistas, “la
palabra”.
Tanto en niños, adolescentes y adultos pasan por una
etapa de evaluación que implica la aplicación de pruebas especializadas para explorar
el aspecto intelectual, afectivo social, según las edades.
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