Ya estamos casi a mes y medio de
iniciado el año escolar y las rutinas en la mayoría de las familias han variado
notablemente para poder responder a lo que la Escuela demanda.
La gran mayoría de niños y por
qué no decirlo, también de algunos adultos miran con pesar el fin de las
vacaciones y experimentan tristeza por
la llegada del colegio.
Me pregunto ¿esto debería ser
así, es qué asumimos los meses de colegio como un deber que nos incomoda y nos
guste o no lo tenemos que hacer?
Pienso que no tiene sentido, que
la mayor parte del año los niños la pasen con angustia, tristeza y añoren y al
mismo tiempo esperen con ansias las vacaciones de fin de bimestre, semestre y
fin de año.
El período de colegio debe ser un
tiempo que los niños gocen, que sientan alegría por los nuevos aprendizajes y
el que sea así es responsabilidad de los adultos que nos hacemos cargo de ellos:
padres y maestros.
Si damos una miradita al Nivel
Inicial vemos con satisfacción que generalmente es así, que los alumnos acuden
felices a sus colegios, salvo excepciones en las que sería necesario investigar
qué pasa. Esto es porque el Inicial es sumamente lúdico y está diseñado para
que el niño transite por esa etapa escolar satisfaciendo sus ansias de
aprender, jugar, relacionarse con otros niños, descubrir sus talentos y poco a
poco va “creciendo”, siendo cada vez más seguro, amigable, solidario, creativo.
¿Qué sucede en Primaria y
Secundaria?, en esos niveles vemos que hay mayor nivel de exigencia y sin darse
cuenta se va dejando lo lúdico. Nosotros los adultos debemos rescatar lo
placentero que es lograr nuevos aprendizajes, avanzar en lograr metas más
altas, disfrutar de la investigación, del trabajo en equipo. En casa
organicémonos para que nuestros hijos
tengan tiempo para realizar sus tareas y también para practicar algún deporte o
realizar alguna actividad artística, ya que ello les permite relajarse y no estar centrado en lo
estrictamente cognitivo, como si ese aspecto es el prioritario en la etapa
escolar.
Evitemos transmitir el mensaje
contrario como: “¡Qué pena que se acabaron las vacaciones!, o “es época de
colegio y lo más importante son las tareas, olvídate de las otras cosas”
Supervisemos sus tareas, hagamos
que ellos sientan por qué es importante realizarlas, ya que afianzan lo
aprendido en clase.
Que sepan que sí pueden realizar
otras actividades de su interés y que también tengan momentos de “ocio
productivo”, en el que puedan realizar
lo que les guste, tiempo para pensar, soñar, jugar, pues es en esos espacios en
el que el niño fantasea que puede ser más creativo y terminar así el día con la
satisfacción de haber cumplido con sus múltiples intereses y que los adultos
que lo acompañan también están satisfechos por ello.