Cuando hablamos de rabietas o
pataletas en los niños nos referimos a las conductas de faltas de control que
presentan los pequeños entre los 2 y los 4 años.
En primer lugar es bueno precisar
que las rabietas son normales en el desarrollo de un niño y aparecen cuando el
pequeño empieza a adquirir su autonomía e independencia, es una forma de
mostrar su voluntad y de decirnos que él es una personita con deseos propios.
Si un niño no presenta pataletas, debería llamarnos la atención, pues
estaríamos ante un niño “sumiso” que no se está diferenciando de las otras
personas y no expresa su voluntad.
A los 2 años es característico
que el niño pase por la etapa del NO, es
la expresión más frecuente ante todo lo que se le plantea: no quiere comer,
bañarse, vestirse, etc. Es muy importante cómo los padres manejan esta etapa,
pues si se conducen de manera autoritaria y piensan que es el momento de
imponerse y hacerle saber que son ellos los que deciden pueden desencadenar
conductas de negativismo en el niño que se expresan a través del llanto,
corporalmente mostrándose agitado o rígido. Es como si se estableciera una
lucha por el poder y ello no es así, pues el pequeño sólo está manifestado un
deseo.
Las llamadas rabietas son expresión de que el niño está aprendiendo a mostrar sus sentimientos, pero como todavía no se sabe expresar con palabras, ni controlar sus impulsos, lo hace a través de su conducta. Es muy importante la manera cómo los padres responden ante esas conductas acercándose al niño con suavidad, ternura, pero con firmeza, transmitiéndole claramente que ese tipo de conducta no es aceptada y ofrecerle respuestas que lo ayuden a alcanzar el autocontrol. Señalarle que en casa nadie se comporta con gritos, que así no lo entienden. Esperar a que se calme para luego conversar con él.
Es bueno prevenir las rabietas, por ejemplo anticipándole lo que tiene que hacer y no de una manera rígida darle una indicación, por ejemplo si está muy entretenido jugando o viendo televisión decirle en tantos minutos tienes que comer o bañarte, indicándole que cuando la aguja del reloj llegue a tal número, él debe realizar lo que se le pide. Si en el momento de la comida insiste en no aceptar determinado alimento, negociar con él, por ejemplo, hasta cuánto va a comer.
Si la rabieta ya está instalada,
no es momento de conversar, es bueno transmitirle que cuando se tranquilice
conversarán.
Una manera de alimentar la rabieta es cediendo ante lo que el niño pide
y darle lo que quiere para evitarnos el mal momento. Esta actitud le indica
entonces que cuando desee algo, la rabieta es la manera de conseguirlo y cada
vez sus rabietas será más fuertes y frecuentes.
Carmen Fernández Gonzales
Psicóloga-Psicoterapeuta