Cada vez más encontramos a padres que deciden separarse,
incluso después de varios intentos de recuperar el amor, culminan con el
rompimiento de su relación. Es entonces, cuando escuchamos expresiones que
revelan sentimientos encontrados de dolor, angustia, rencor, ira y pena,
llegando en ocasiones a la depresión.
En efecto, una de las mayores crisis que atraviesa la familia
es la separación de los padres, y los hijos experimentan estados profundos de
sufrimiento. Por eso los vemos, vulnerables, desconcertados, tristes por la
pérdida de uno de los padres, desilusionados de la imagen idealizada del padre
o madre, con miedo a ser abandonados, con sentimientos de soledad, culpa por
sentirse responsables de la ruptura, así como con rabia que puede verse
reflejada en una mala conducta en el colegio o en casa.
¿Qué podemos hacer?
- Reconocer lo difícil que es enfrentar al mismo tiempo la ruptura de pareja y hacer el trabajo de padres.
- Brindar (ambos padres) a sus hijos la explicación sobre la decisión de separarse, hablar con claridad y honestidad, evitando comentarios que pueda ocultar la verdad o generar expectativas.
- Estar atentos a sus preguntas y preocupaciones, propios de la situación, dándoles confianza, seguridad y tranquilidad en las respuestas.
- Manifestar que el amor y cariño hacia sus hijos no se va alterar con la separación y que por siempre seguirán contando con papá y mamá.
- Lograr entre los padres una relación de respeto y comunicación centrada en sus hijos.
- Evitar las discusiones y pleitos cuando sus hijos están presentes, recordando que a más conflictos perciban, mayores dificultades tendrán para adaptarse a la nueva situación.
- Continuar coordinando los temas de disciplina, salud, aporte económico, visitas, viajes, entre otros.
- Facilitar el acercamiento del progenitor que no vive con los hijos.
- Evitar comentarios negativos, hostiles y despectivos uno del otro.
- No usar a sus hijos como mensajeros, árbitros o como un instrumento de presión.
- Cumplir las promesas, disculparse y explicarles cuando no les sea posible hacerlo.
- Mantener en lo posible las rutinas de sus hijos.
- Conservar intactos el vínculo con los abuelos, tíos y primos, intentando que sea constante las relaciones.
- Tomar en cuenta que todo PROCESO DE SEPARACIÓN ES UN DUELO, tanto para los padres como para los hijos.
Ivonne Santiváñez
Pineda
Psicóloga-Psicoterapeuta
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