Para comprender al
niño pequeño es necesario hablar de un yo también pequeño y una impulsividad grande, que gana al
control y un nivel de conciencia incipiente. Esto significa que cuando tiene
la necesidad de algo ésta siempre va a ser apremiante (como que una energía lo
empuja a querer conseguir lo que quiere en ese momento). Por ello no sabe
esperar, no ha aprendido a postergar, a sustituir algo placentero por otra cosa
como hacemos normalmente los adultos; se frustra rápidamente y por ello
reacciona gritando, llorando o con una gran rabieta.
¿Qué hacer?
Por más que
entendamos no podemos caer en la
tentación de que “para que no fastidie mejor lo dejo, mejor le doy lo que pide”
porque de esa manera no le estamos enseñando a enfrentar pequeñas frustraciones
que son necesarias para el desarrollo del control de emociones e impulsos.
Tampoco gritarlo y menos pegarle
porque aún así, no entenderá por qué lo
castigan y no mejorará su conducta.
Escrito por Margarita Arboleda (Psicóloga-Psicoterapeuta) para el portal de la revista Padres de Hoy
www.centrodeasesoriapsicologicatikay.com
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