Cuando hablamos de
formar en valores lo primero que debemos pensar es cómo incorpora el niño estos valores. Un niño se identifica primero con sus padres, familiares y luego también con
personas del entorno de la escuela y la sociedad.
Sabemos que lo más
importante es el ejemplo, el modelo de
vida que les damos, el tipo de relaciones que establecemos con los demás, el
estilo de convivencia.
La coherencia entre lo que decimos y
hacemos resulta fundamental, pero muchas veces observamos un panorama contrario,
como estos ejemplos: “no mientas” y sin embargo nos
descubren en varios engaños; “respeta”, pero gritamos, usamos
palabras que ofenden, pasamos por encima del otro; “acepta las diferencias” y
nos ven discriminando al que es diferente, al que piensa de otra manera, al que
tiene otro estilo de vida; “hay que controlarse”, pero desbordamos
al hablar, comer, tomamos alcohol en exceso, etc. ; “es bueno comunicarse” y
llegamos a casa, saludamos y cada uno a su rincón con su ipot, ipat, etc. “sé independiente”
y escogemos por ellos, sobreprotegemos.
El respeto y la
autoridad moral se gana cuando, como padre,
asumo mis responsabilidades, acepto y corrijo mis errores, lo que hago coincide con lo que digo, respeto
lo que otras personas piensan, sienten, deciden, cuando comparto.
Margarita Arboleda B.
Miembro del Equipo Directivo
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