Conocemos
personas que parecen andar por la vida a la pesca del mínimo detalle que las
“ofenda” guardando, acumulando en su baúl interior mucho resentimiento. Pueden
ser grandes sucesos pero también pueden ser
pequeños eventos o interpretaciones que les dan a los hechos.
Un ejemplo sencillo de la vida cotidiana: Marcia
camina por la calle y ve a una amiga por la acera de al frente, la saluda y ella no le responde. Puede haber varias
miradas con respecto al hecho:
Una puede ser: “esta malcriada, qué se ha creído,
es una sobrada, se olvidó de que es mi amiga o se habrá molestado conmigo”. Con esta interpretación piensas en lo
negativo, reniegas o te resientes, te ofendes. Todo ello genera
disconformidad, malestar, cólera o pena,
todas estas emociones negativas y la única persona perjudicada es a sí misma.
La otra mirada sería: “ Uf esta Juanita qué
distraída, ja ja” o “no me debe haber visto” o “quizá esté abstraída con algún
problema, qué le pasara”. Esta mirada es más saludable porque en realidad uno
no sabe el por qué, sino tan solo está
suponiendo qué le habrá pasado, tratando de comprender y de esa manera se sentirá mejor y pasa la
página.
El resentimiento se va acumulando dentro de uno mismo y va tiñendo tu mundo interior de
amargura, ocupando mucho espacio, dejando poco lugar para guardar cosas
positivas, alegres. Dependiendo del tipo
de interpretaciones es que surgirán diferentes emociones, recordemos esto.
Otro ejemplo más relevante y
significativo es el que tuvimos atendiendo en consulta
dos hermanos, adultos mayores cuyo padre nunca vio por ellos, jamás les dio
nada ni les mostró preocupación ni
cariño, se fue cuando ellos eran niños.
Ella
expresaba “fue un desgraciado, un mal hombre, no puedo personar lo que nos
hizo”, menciona con mucha rabia.
El
manifestaba “Bueno, yo lo extrañaba pero no le guardo rencor, quizá no tenía
capacidad para hacer otra cosa; y sonriendo dijo “aunque sea le debo un
espermatozoide, si no, no estaría aquí siendo quien soy”.
La
hija con las heridas abiertas y se defiende del mundo con una actitud agresiva
y él vive en paz consigo mismo y perdonó aunque no le pidieran perdón
Perdonar
significa limpiar tu alma desechando lo que no te sirve para vivir bien, lo que
te sujeta. Con el perdón, lo vivido se torna una experiencia que fortalece y
permite crecer, enfrentando el mundo con los ojos más abiertos. Comparto un poema de José Martí
Cultivo una rosa blanca
en junio como en
enero
para el amigo sincero
que me da su mano
franca;
y para el cruel que me arranca
el corazón con
que vivo
cardo ni ortiga cultivo;
Margarita Arboleda Boza
Psicóloga y Psicoterapeuta
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